miércoles, 4 de octubre de 2017

Cataluña

Hace mucho tiempo que no escribo en el blog. Cuatro años.  Supongo que no tenía nada interesante que contar, no por falta de actividad sino por recelo ante mi propio ego. Una lucha constante que no me deja ver el camino de la expresión con claridad y libertad.
Rompo el silencio ahora en mi propio blog porque nos encontramos como sociedad, a día de hoy, ante una situación verdaderamente dramática. En estos días se está produciendo un desgarro en esta cosa que llamamos país debido a que una de sus zonas, regiones, nacionalidades (cada cual que elija el término que más se ajuste a sus sensibilidades) se quiere separar del resto. Cataluña, ya saben. Bien, va a parecer en este momento de la lectura de este texto que soy un ciudadano preocupado por la geopolítica nacional y la verdad sea dicha: No. Me la trae bastante al pairo cualquier tipo de nacionalismo. El español, el catalán, el finlandés o el suazilandés (me he inventado el gentilicio). Básicamente porque -y ya sé que no es una idea original- podría haber nacido en cualquier lado. De modo que como ser humano creo sólo poder sentirme orgulloso de haber conseguido algo con mi esfuerzo y eso si acaso, porque aquí entrarían de nuevo un montón de variantes en contra de mi logro que podrían echar por tierra un orgullo producto de una serie de azares cósmicos también. En cualquier caso, no puedo sentirme orgulloso de una tierra que no he elegido. Otra cosa es que me guste esa tierra, su gente, sus costumbres, etcétera. Pero ese es otro tema sin el menor interés. Voy a seguir con el hilo de mis pensamientos sobre el terruño y sus sentimientos adheridos pero recordaré para que no se me pierdan que he dicho que vivimos hoy una situación dramática. No es por el nacionalismo, quiero recalcar. Luego diré por qué es. Sigamos...
No tengo ni puñetera idea de Historia. Lo siento de veras. Me gustaría haberme apasionado por ella pero no ha sido así. Será porque tuve unos profesores catastróficos y odiosos que no me despertaron el amor por Ella. Será producto de mi propia incompetencia intelectual. Creo que es importante conocerla. Podéis preguntarme por la narrativa del guión cinematográfico o sobre algunos literatos o podemos entrar en dialécticas de corte filosófico. Pero no de Historia. Ahí tengo las de perder. Bien, dicho esto, creo que para poder establecer una posición con respecto a un conflicto nacionalista, hay que saber algo de Historia. Y para ello hay que escuchar a los que saben. Los hemos escuchado ¿Y? Ninguno se pone de acuerdo. Esto significa que no hay una razón poderosa de tipo histórico que sustente la idea de la separación de una región del Estado al que pertenece. Bien. Me sigue importando un pepino.
Si, pongamos por caso, existiera una razón histórica clara y objetiva que sustentara esa importante decisión de desarraigo, me seguiría importando un pepino. ¿Por qué? Porque ya pasó. Porque la Historia está en continuo movimiento. Porque el agua no vuelve una vez ha pasado. Porque somos el producto de millones de años de evolución. Porque esto no va para atrás. Porque a quién coño le importa lo que haya pasado si todos han muerto hace cientos de años. Porque Cataluña no está oprimida a consecuencia de haber sido o no un país antes de pertenecer a España. Porque Cataluña es una de las regiones nacionales más prósperas. Esto nos lleva al segundo argumento de mi pasotismo con respecto a este tema: Sólo se separan (o pretenden hacerlo) los que PUEDEN. Es decir, los ricos. ¿Qué ironía, no? Si fueran pobres, si dependieran del resto económicamente, como Canarias (la región española que claramente sí tendría razones históricas bien argumentadas para querer la independencia) entonces ni se les pasaría por la cabeza desgajarse del resto, hacer un referéndum, echarle un pulso al estado. Ni se les ocurriría. ¿Por qué? Repito: Porque no podrían. Entonces, qué ocurre... Que de nuevo esta es una historia de ricos y pobres. Los ricos pueden. Los pobres no. Esto nos lleva a otra reflexión, por tanto. La ideología es flexible. Cierta parte de la ciudadanía asiste como testigos a una convicción separatista con cierta suerte de admiración. La admiración tendría sentido si esa región fuera pobre y aún así, pretendiera separarse. Porque no les importe caer en el abismo, porque su deseo de separación es tal que su bienestar personal queda en un segundo plano. Pero no es así. La realidad es que se quieren separar porque saben que son ricos. Y porque llevan años alimentándose de la idea de que el resto del país les está robando. Cuánto izquierdismo hay en esto, ¿verdad? Lo digo porque buena parte del apoyo "sentimental" hacia los separatistas viene de un sector que se autodefine de izquierdas pero que olvida las razones egoístas profundas que podrían subyacer al deseo de desarraigo. No, no es muy de izquierdas. Al menos de la izquierda que yo defiendo, la internacionalista, la solidaria, la que cree en el otro y en la comunidad. Me gustaría saber que diría Galeano de todo esto. Qué pena que se nos haya ido uno de nuestros faros intelectuales. Qué pena. Pero en fin.
Última idea con respecto (y para cerrar) el tema catalán: Cataluña no está oprimida. No me dan pena (por favor, no hablo de la actuación policial, hablo de esa idea de la España opresora). Cataluña no es una región del tercer mundo. Tienen un fuerte autogobierno, extensas competencias (de ahí el saqueo de sus arcas por parte de algunos de sus próceres), hablan su lengua, se les respetan todas sus costumbres. No están oprimidos. Y siento caer en lo que puede parecer demagógico, pero creo que se haría necesario para alcanzar algo de perspectiva pensar en lo que siempre nos han dicho nuestras madres: Piensa en los niños de África. Bien. Piensen ahora en Cataluña. No sufren guerras, violaciones, saqueos, opresión. Son ricos. Ricos. Se les respeta. Se les quiere. No vengan con monsergas sobre la España opresora. España no les oprime. Aunque sólo sea porque les necesitan. Como quieran. No me fío de ninguno. Pero NO están oprimidos. Si lo estuvieran, yo sería el primero que saldría a defender su derecho a irse.
Voy a terminar con este tema y me voy a lo que realmente me preocupa... ¡Tachán! La intransigencia. Vivimos en tiempos muy duros para expresar opiniones y esto está creando una tendencia hacia el maniqueísmo ideológico. Si estás en contra del independentismo eres un facha (qué facha ha sido siempre Serrat, ¿no?). Si estás a favor, eres rojo, abierto y progresista (como Pujol, ¿no? Cuyo hijo tenía una colección de coches de lujo gracias al 3%). Esta intransigencia me preocupa especialmente por parte de sectores de la izquierda. Porque a los otros ya los conocemos, va en su adn. ¿Pero la izquierda? ¿Qué pasa con sus proclamas? Por ejemplo: Todos los policías son malos. Son unos machotes fachas españolistas que han ido a dar porrazos. Perdonadme. Tengo amigos policías locales, nacionales, guardia civiles y ninguno se ajusta a ese perfil. Ninguno. Son todos buenas personas. Yo en la vida sería policía. Pero oye, puestos a fantasear, si lo fuera y me viera ante mil personas que se abalanzan sobre mí, probablemente sacaría la porra. Y probablemente la usaría. Imagínenlo por un momento. Vivan, como si fueran actores y estuvieran usando el método Stanislavsky, esa situación. Dime si no sacarías la porra. Seguro que hay algún machote facha españolista entre ellos pero ¿todos? ¿En serio? Eso querría decir que toda la multitud que se les enfrenta estaría compuesta por progresistas izquierdistas amantes de la libertad. Y sabéis que eso no es verdad. Porque Puigdemont es de derechas, por ejemplo. Porque su partido ha pactado con el PP durante años. Porque son iguales.
Me da miedo la senda que está tomando la sociedad en su intransigencia hacia el pensamiento diferente, el que trata de abstraerse de las imágenes manipuladas, del discurso oportunista. Mucho miedo de este Black Mirror hipnótico en el que nos encontramos inmersos.
La gente, como los buenos personajes de los buenos guiones, se define por sus acciones. Y estoy harto de oír hablar, hablar y hablar con el puño en alto. Pura farsa. A mí no me engañáis. No os veo haciendo nada por los demás. Sólo DECÍS que defendéis a los demás. Y hay una gran diferencia.
No me voy a extender más porque total, no creo que nadie lo lea.
No voy a decir todo lo que adoro de Cataluña para quedar bien.
No voy a decir todo lo que adoro de España para quedar bien.
No voy a decir todo lo que adoro de Suazilandia... Bueno, ya me entienden.
Me he mordido la lengua hasta ahora. No podía más.
Lo he soltado de una tacada.
Hasta otra.