miércoles, 28 de enero de 2009

No voy a California

Estados Unidos parece que se me resiste. Uno nunca puede prever, de ninguna de las maneras, cuál va a ser su destino, ni siquiera el más inmediato. Dos palabras describen la razón por la cual he tenido que suspender este viaje: Cólico nefrítico. Pasé la noche del sábado en urgencias con ese dolor tan terrible que muchos comparan con el del parto (curiosamente son más los hombres los que lo comparan, es un poco sospechoso). Así que aquí estoy, a base de pastillas y urbasón y con una infusión rompepiedras que acabo de comprar, a ver si expulso la piedra. Es extraño, hay tipos que viven toda la vida con metralla dentro del cuerpo y ahí están tan frescos. Y una piedra de unos 7 u 8 milímetros en el riñón puede hacerte retorcer de dolor. Pero no pasa nada. Estoy contento. Porque cada día quiero ser más zen, contentarme con el presente y mitigar el efecto muchas veces contraproducente del deseo. Eso, y porque tengo mis dos novelas de Paul Auster que me compré para el viaje y que pienso disfrutar al calor de mis sábanas.
Otra cosa, una nueva selección para mi corto Las Gafas: el Ankara International Film Festival, en Turquía. No está nada mal. Saludos si estáis ahí. Y si no, también.

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